Sobre la locura de la sonoridad
El destacado audiólogo del Reino Unido, Raúl García-Medina, comparte su opinión sobre el problema de los sonidos fuertes a la hora de ajustar correctamente la tecnología auditiva, recordando a los profesionales la utilidad de la escala de sonoridad categórica.
El 3 de marzo de 2022, la OMS celebró una vez más el “Día Mundial de la Audición“. El tema de este año fue “Oír para vivir, escuchar con atención”, que se centró en la importancia y los medios de prevención de la pérdida de audición mediante una escucha segura. Se destacó el control del ruido como una de las intervenciones clave, y se subrayó la importancia de mitigar la exposición a los sonidos fuertes.
Aunque las conversaciones se desarrollaron principalmente en torno a la exposición al ruido en el ámbito recreativo, es importante que la profesión vuelva a reconsiderar qué y cómo ofrecemos nuestros servicios.
Hay espacio potencial para incluir cómo nuestros procesos de rehabilitación pueden tener también un impacto en la atenuación de las implicaciones perjudiciales de los niveles excesivos de alta intensidad de sonido que la tecnología auditiva es capaz de producir.
Esto también nos lleva a otro concepto de los días de estudio de la psicoacústica: ¡la sonoridad!
Impercepción de la suavidad
Son bien conocidos los efectos del daño coclear y de la hipoacusia neurosensorial (SNHL) en la percepción del sonido y su asociación con el reclutamiento de la sonoridad y la disminución de la compresión coclear debido a un rango dinámico reducido. El rápido crecimiento de la sonoridad en la hipoacusia neurosensorial en comparación con la “audición normal” está bien documentado, pero ahora se ha introducido un fenómeno controvertido descrito por Buus y Florentine (2002) como “impercepción de la suavidad”. La intensidad de los sonidos en el umbral y cerca del mismo puede ser mayor para los oyentes con HNC que para quienes tienen una audición normal. Esencialmente, los oyentes con SNHL parecen percibir los sonidos cerca de su umbral como más fuertes que los oyentes con “audición normal”.
Independientemente, las respuestas de los usuarios de audífonos del Reino Unido cotejadas en el estudio EuroTrak de 2018 captaron que, en relación con la “calidad del sonido/procesamiento de la señal”, el 14% de esos encuestados estaban insatisfechos con la “comodidad con los sonidos fuertes“. A pesar de emplear Wide Dynamic Range Compresson (WDRC), fórmulas de adaptación prescriptivas y mediciones de verificación (Real Ear Measurements – REM) teniendo en cuenta los niveles de sonoridad incómodos (ULL) para establecer los MPO adecuados, muchos usuarios de audífonos siguen descontentos con la sonoridad general de sus audífonos.
Ahora bien, la sonoridad y la intensidad son dos conceptos distintos. La sonoridad, recordemos, es una percepción psicológica asociada al sonido y se considera una variable perceptiva. Se refiere a la interpretación subjetiva del oyente sobre la intensidad de un sonido. Aunque la sensación de sonoridad está intrínsecamente asociada a la intensidad física de un sonido (es decir, el nivel de presión sonora – SPL), también depende de las propiedades espectrales y temporales de ese sonido, así como de otras variables. Esto no se capta bien cuando se realizan mediciones de ULL empleando tonos puros, y solo se relaciona remotamente con los estímulos/sonidos cotidianos que se encuentran en el mundo real.
Escala de sonoridad categórica
Se han desarrollado varios procedimientos psicoacústicos para cuantificar la sonoridad en los seres humanos, que incluyen, entre otros, los siguientes: comparación de sonoridad, estimación de la magnitud, comparación entre modalidades y escalado de sonoridad.
La mayoría de estos procedimientos se han considerado inadecuados para su aplicación clínica debido a que consumen mucho tiempo, requieren una gran formación y dan lugar a una fiabilidad cuestionable del interés del sujeto. De todos ellos, el escalado de sonoridad categórica (CLS, por sus siglas en inglés) es el que puede sortear potencialmente estos problemas; sin embargo, el CLS ha sido criticado debido a las continuas preocupaciones relacionadas con la fiabilidad de las mediciones, y porque utiliza unidades ordinales arbitrarias [unidades categóricas (CU)] que son difíciles de relacionar con las unidades estándar de sonoridad (sones) o nivel de sonoridad (phons).
En el CLS, se presentan señales de diferentes intensidades (delimitadas entre justo por encima del umbral e incómodamente ruidosas) a un oyente al que se le pide que califique la sonoridad de cada señal utilizando una serie de categorías de sonoridad a las que se suelen asignar descriptores significativos, como muy suave, medio, fuerte y muy fuerte.
“Oh, eso es demasiado fuerte”
En la práctica, estas mediciones se llevan a cabo empleando señales de banda estrecha en diferentes frecuencias, lo que da lugar a contornos de sonoridad iguales (ELC) en esas frecuencias para el sujeto concreto. Estas mediciones pueden dar lugar a ELC individualizados y, a su vez, estos ELC derivados personalizados pueden utilizarse en la adaptación de la tecnología auditiva.
También se pueden determinar los ELC individualizados tanto en condiciones no asistidas como asistidas. Recientemente, el Hörzentrum Oldenburg (Casa de la Audición de Oldenburg), en Alemania, ha llevado a cabo estudios en los que se emplea el ajuste de ganancia optimizado por volumen para los audífonos. Se trata de un procedimiento que pretende restablecer la percepción del volumen binaural de banda ancha en personas con pérdida auditiva, basándose en el hecho de que la mayoría de los métodos de adaptación utilizan tonos sinusoidales como señales estándar para medir los umbrales de audición, que en realidad no son adecuados para predecir la percepción del volumen para señales de banda ancha como el habla.
Esté atento a este espacio, ya que es posible que pronto dejemos de escuchar a los usuarios de audífonos: “¿Por qué me hacen la prueba escuchando pitidos y silbidos?”, o incluso el viejo adagio “oh, eso está demasiado alto”.
Fuente: Audio Infos Reino Unido, número 147 de marzo-abril de 2022